viernes, 17 de abril de 2015

Respirar


Quiero respirar a través de la piel.
Sentir el brillo del agua
y escuchar las huellas de mis pies.

Saborear el olor a hierba,
tocar las flores,
correr como un pez,
y parar el vuelo como una mariposa.

Sentir en mi garganta el viento de mi voz,
y mirarla y ver como se agranda,
lejana, transparente.

Necesito respirar el sol.
Sentir el agua en mis pestañas
y el calor del aire en mi pelo.

Mezclarme con las flores,
perfumar el viento.
Iluminar la tierra con mis ojos.
Saberme cercana a los arboles

Cerrar los ojos y escuchar la libertad.


                    Que es el arte, sino una forma de respirar

jueves, 11 de septiembre de 2014

Recuerdos

Esta vez ha sido una canción. Lenta, suave, de esas que me aburren a veces. Y no he necesitado cerrar los ojos para hacer el viaje.

Las vias del tren reflejaban un tímido y norteño sol de marzo. Una sonrisa a medias, unos ojos cerrados y dos mochilas. Otra vez andando, descubriendo, sintiendo. Creciendo.
Que suerte tuve de poder compartirlo con mi eterna amiga. Cuantas experiencias. Continuábamos sin pararnos a pensar en ello. Andábamos sin ver que lo que dejábamos atrás era la inocencia. Sin saber si éramos nosotras las que decidíamos y andábamos y andábamos hacia una dirección desconocida.

Es curioso que de todas las audiciones que hice de la única de la que estoy realmente orgullosa es de la que no hice. De esa en la tomé una decisión. De esa en la que respire con alivio y no con decepción.
Primero fue dramático, lo reconozco. Salí del metro perdida, empece a andar sin mirar por donde. No me sentía capaz ni de buscar la calle, ni de dejar de llorar. No quería ser aceptada, no quería vivir en Berlin y no quería hacer esa audición. Lo sabia muy profundamente, pero creía que debía hacerla. Si no, todo ese viaje... Ese viaje maravilloso en el que había encontrado amigos con el compartir esas experiencias, esa complicidad de vivir lo mismo que tu, ese viaje en el que había disfrutado de sentir mi mas pura libertad, no podría estar justificado. No, si no llegaba hasta el final y hacia esa audición. Pero yo no quería. No me importaba si tenia mas posibilidades o si me gustaba lo que hacían allí. Para mi se había acabado esa etapa.
Aunque no estaba, mi compañera me dijo, Deja de esforzarte, por que sigues haciendo algo que no quieres hacer?
Y la respuesta de mi hermana a mi tímida confesión fue, Ya era hora.
Nunca he agradecido mas en mi vida esa frase.

Entendí que la única persona que me juzga soy yo misma y nadie se merece una critica tan severa...

La canción se acaba y vuelvo a mi bañera, mi copa de vino, mi música y mis recuerdos...
Que haríamos sin recuerdos...

martes, 19 de noviembre de 2013

Conozco a un soñador


Ahí donde lo ves, parece poca cosa. Esta delgado, se pasea cuando habla por teléfono y es muy despistado, pero su sonrisa siempre esta ahí, aunque su cabeza este lejos. Tiene un humor que algunos no entienden pero nunca deja de utilizar sus bromas.
Sobrevive a todas las tormentas que le caigan encima. Aparece todo empapado pero se queda en su sitio, soñando. Imaginando historias que salvaran su vida. La de todos. Creando motivos para seguir siendo feliz. Busca en los ojos de la gente el brillo que tiene él y siempre lo encuentra, aunque a veces sea complicado verlo. Nunca ve las cosas malas. Mejor dicho, siempre encuentra una razón para justificarlas y en su mundo, las personas se respetan. Quiere cambiar el mundo y nunca deja de intentarlo. Da igual que la gente intente ponerle los pies en la tierra porque como él dice, con el impermeable que viste, lo que no quiere oír, le resbala y se pierde con el agua de las tormentas a las que sobrevive.
Lo imagino de joven, con su espíritu de rockero, amante de las cosas bellas, con su misma sonrisa inocente. Su cara de buenísima persona. Enamorado de la vida, sensible hasta límites insospechados y torpe. Curioso y con ganas de vivir. Investigando, leyendo, cantando, bailando. Creyéndose que el mundo que ven sus ojos es real.

Parece poca cosa. Parece fácil. Pero no lo es. Porque soñar mientras llueve evita que se empape su alma. Aunque a veces la realidad se le imponga clara delante de sus narices, luchando contra sus cinco sentidos logra volver a ese mundo de ensueño en el que él vive...

Conozco un soñador, que me enseño a soñar con él. A imaginarme que mi vida sería lo que yo quisiese. A ilusionarme, a admirar, a vivir, a amar...




No hay nada que pueda decir que no sepas ya :)

Olivo centenario

Había una vez, una semilla que estaba casi lista para crecer. Volaba por el aire, sobrevivía al frío y a los fuertes vientos pero le faltaba una tierra en la que asentarse.
Un día, cayó por azar en el rincón de un jardín con una tierra muy rica, llena de pequeñas semillas a medio desarrollar. Estas, unas más fuertes, otras más lentas, otras más sensibles fueron, sin darse, cuenta echando raíces. Unas raíces pequeñas al principio, pero lo suficientemente fuertes para nutrirse: Poco a poco, fueron haciéndose más grandes y fuertes. Si cualquier persona observaba de cerca el pequeño rincón del  jardín, aparentemente vacío, podía ver  unos pequeños tallos verdes, que luchaban por salir de la tierra. Por supuesto, se alimentaban de la luz del sol que les bañaba, pero sobretodo se alimentaban de las ganas de las otras pequeñas plantas por vivir. Las raíces fueron creciendo más y más, pero no de manera independiente, se fueron enlazando dentro de la tierra de tal forma que si para alguna de las plantas se le hacia más difícil sobrevivir, las otras le ayudaban con su fuerza y alegría.
Para entonces, los curiosos que se acercaban, veían un rincón bellísimo. Flores de muchos colores brillantes, olores que hacían sonreír, arboles en los que se podía intuir mucha sabiduría y muchas enredaderas grandes y bonitas que invitaban a quedarse. Era el mejor rincón jardín en el que la gente pasaba horas, no solo por la belleza de su naturaleza sino por lo bien que se estaba allí. Nunca había una planta mustia porque si eso pasaba, todas hacían un poco de esfuerzo y le daban un poquito de su brillo a través de las raíces.
Llegó un momento, en que las semillas de estas planta volaron y encontraron las tierras de alrededor, igual de ricas, así el rincón se fue haciendo más y más grande. El jardín entero brillaba de una forma especial. A nadie se le ocurría arrancar ninguna planta, pero en caso de que lo hubieran hecho, no lo habrían conseguido, porque las raíces estaban tan fuertemente unidas que si lo hubieran intentado se habría desgarrado el jardín entero...


Yo tengo la suerte de formar parte de un jardín así. Me deslumbra, cada vez, el brillo de vuestras sonrisas y vuestros colores y a la vez siento vuestras raíces cerca de mis pies, aunque  mis semillas vuelen lejos.

No es que vosotros fueseis el principio de mi existencia. Pero vosotros fuisteis otras de las semillas en un momento bastante parecido al mio. Compartimos un momento de cambio. Todos hemos participado en este desarrollo y de una forma tan acogedora, que pasamos a ser una pequeña familia unidas por unas raíces que no se ven.
Lo mejor de todo, es que el desarrollo no se ha acabado.  Pienso en voz alta y me digo a mi misma, cuando me faltaís mucho, que estar lejos hace que las relacionas se hagan solidas, pero no con una materia muerta, sino con una muy viva. Como el tronco de un olivo, que se hace mas fuerte y mas bello con los años.


Para mis animalitas. Porque me hace feliz sentir estas raíces que hemos creado.
Gracias por alimentarme con vuestra fuerza cuando se acercan los malos vientos.

martes, 8 de octubre de 2013

Desnuda

A veces ocurre, que toda la seguridad que has llegado a construir al rededor de tu persona, desaparece en un momento.
Esa ropa que te has tejido con tus propias virtudes, pasiones y alegrías se cae al suelo. Se escurre por tu cuerpo y quedas desnuda. Desnuda ante la vida, y lo que es peor, ante ti misma.

Esos pequeños miedos que escondías, inconscientemente, entre las telas que te cubrían, quedan expuestos. Y sientes que gritan, no puedes dejar de escucharlos.
Débil, temblorosa y con pánico a caer en ellos te das cuenta que el abismo que te producía ese vértigo horrible, nunca ha desaparecido de tu vida. Estaba ahí cada segundo. A tu lado. Sólo habías conseguido olvidarte de él y creer que había dejado de existir. Pero no.

Aún que parezca increíble, ese abismo que nos acompaña en todo momento, es lo que nos motiva y nos da fuerzas para no caer. Es nuestro enemigo el que consigue que nos desarrollemos. No es una guerra constante, es una pequeña batalla. La del aprendizaje. La de la aceptación. Es nuestra y viene de dentro, no del exterior.
No consiste en ganar o en  poseer algo, consiste en analizarla y entenderla para conseguir que nunca se lleve a cabo.

Que caigan las telas que ocultan nuestros miedos, no quiere decir que nosotros hayamos caído también.



Para mi pequeña yaya.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Fria e insensible

Parecía imposible, pero sí, yo también tengo ese sentimiento.

Lógicamente, si quieres estar aquí, no deberías querer estar allí también. Pero, ¿qué es la lógica frente a las sensaciones más profundas...?

Cuando vuelves, te sientes rara. Al principio no te sientes en casa y es muy extraño, ese lugar es donde creciste. Pero ya no es lo que era, no tienes el mismo espacio ni, por supuesto, las mismas necesidades. Echas de menos la vida que has creado poquito a poquito y de la que te sientes tan orgullosa. Esa que esta lejos. Así que, llegas a la definitiva conclusión de que eres demasiado fria e insensible y te sientes culpable por tener esa pequeña sensación de rechazo a lo que era antes tu vida, porque ahora tienes otra.

Y un día, ya en tu nueva vida, andando feliz, con una sonrisa enorme en la cara porque estás haciendo lo que quieres, se cuela por tu nariz un olor tan familiar que provoca ese pinchazo que te hace despertar. Ese del que siempre hablo que crispa nervios y activa todos los músculos de tu cuerpo. Y ahí esta: tristeza, nostalgia, peguntas...¿y si vuelvo? ¿cuando decidí irme? ¿por qué? ¿y mi familia, mis amigos?¿ no es demasiada distancia?
Pero ninguna de esas preguntas llega a formularse de verdad porque la respuesta es algo tan presente que disipa las dudas.
No es que Madrid o Bruselas no sean mi casa. No es que la gente que dejo haya desaparecido de mi vida. ¡No es que haya dividido mi corazón, es sólo que he agrandado su tamaño!
Así que no hay tristeza ni nostalgia, solo la felicidad de saber que además de tener lo que quiero, aquí y allí, no soy tan fría e insensible como creía.

martes, 19 de marzo de 2013

Nuevos rincones

El camino por el que merodeo ahora es nuevo pero a la vez tremendamente conocido y las palabras que podrian describirlo se agolpan y permanecen en un estado poco definido aun.

Cuando me enfrente a ellas y las analice, las ordenare de la mejor forma que pueda y contare con ellas donde se encuentran los nuevos rincones de mi vida