viernes, 15 de abril de 2011

Piel, hueso y corazón.

Otro continente, otro clima, otra gente. Otro lugar. Un sitio ajeno a mi cultura, a mi vida, a mí, sin embargo me sentí tan cómoda como si estuviera en familia.

No cruzamos ni una palabra. De nada servía por que no entendíamos las lenguas. Ellas me miraron, vieron mi sonrisa y me pusieron sus collares. Agarre fuerte las manos que me unían a su cultura y salté con ellas. Bailé y reí. Las diferencias dejaron de existir. éramos seres humanos disfrutando de una misma energía. la misma que nos corría por las venas. Esa que nos hace tal y como somos.

Diferentes colores, diferentes rasgos, diferentes vidas, pero la base es la misma. Dos ojos, dos orejas, una nariz, una boca, amor, envidia, odio, placer, felicidad, decepción...

Compartimos algo. Somos de la misma especie. Estamos hechos de la misma materia. Esa que hace que sintamos, que seamos seres humanos.

Por que buscar diferencias cuando hay tantas similitudes.

El significado de una mirada no cambia por los rasgos de los ojos.